CONSIDERACIÓN DE LOS NOBLES EN LAS ORDENANZAS MILITARES Y DE MILICIAS


Al llegar los Borbones al Trono de España se produjo una reorganización del Ejército y la Milicias. Estos Reyes trataron de fomentar la incorporación de la nobleza a los cuerpos de Oficiales exigiendo, en muchos casos, la condición de hidalgo para ingresar como cadete o en los Colegios Militares.

Acorde con esto, crearon Cuerpos de tropas especiales para la custodia de las personas reales. Para acentuar el prestigio y distinción de estas tropas, se preocuparon de que no solo los oficiales sino todos los soldados que las componían fuesen hidalgos.

Desde la época de los Reyes Católicos, para pertenecer a las Guardias Viejas de Castilla era preciso ser hijodalgo. Lo mismos se exigía, durante el periodo de los Austrias, para ser miembro de La Guardia Española, de la Guardia de Archeros de Borgoña (con alguna excepción), de la Guardia Alemana y del Regimiento de los Guardias del Rey. Cuando llegaron los Borbones  y estos Cuerpos fueron sustituidos por otros nuevos, se continuó exigiendo la hidalguía para pertenecer a algunos de ellos: los Guardias de Corps debían ser todos hidalgos, así lo establece la Real Ordenanza de 22 de febrero de 1706, la Real Resolución de 2 de agosto de 1754 y la Ordenanza de 1792. Su capitán había de ser un Grande de España y tenía la categoría de Teniente o Capitán General. En las demás tropas de la Casa Real se exigió la nobleza únicamente para ser Oficiales.

Algunos ejemplos de las disposiciones que regulan las exigencias de hidalguía en las instituciones militares son:

Los hidalgos podían ingresar en el Ejército y Milicias como Cadetes y con preferencia sobre los pecheros, tal y como dispone la Ordenanza de 31 de enero de 1734, reinando Felipe V, sobre Regimientos de Milicias: “Todos los Hidalgos y Nobles que sirvan en estos Regimientos serán considerados como Cadetes …”  y en la Real Resolución de 12 de marzo de 1738  se establece:  “que sólo se diese plaza de Cadete a los Títulos del Reino y sus hijos y hermanos; a los Caballeros notorios y a los de Ordenes Militares; a los hijosdalgo de sangre que probasen su calidad y a los hijos de Capitanes y Oficiales de mayor grado.

Semejantes disposiciones se recogen en las Instrucciones de 25 de mayo de 1800 y 30 de mayo de 1832, que se refieren al artículo 1º del título XVIII del tratado 2º de las Ordenanzas de Carlos III, de 1768. Dicho artículo dice: “El que se recibiere por Cadete, ha de ser Hijodalgo notorio, conforme a las Leyes de Mi Reino … ; y de los que fueran hijos de oficiales en los que no concurran estas precisas circunstancias, sólo han de ser admitidos aquellos cuyos padres sean o hayan sido Capitanes”. Además, la Real Orden de 13 de febrero de 1755, del Cuerpo de Artillería concede plaza de Cadete: “ … a los hijos de capitán y oficial que justificase nobleza heredada… ”  La Real Instrucción de 1763 regula la presentación de los documentos de nobleza, y, más tarde, la Instrucción de 1777 exige que se presenten por ambas líneas, exceptuándose de esta obligación a los caballeros de las Ordenes Militares, a los hijos o hermanos de estos y a los hijos de militares de Teniente Coronel arriba.

Los hidalgos podían ingresar en los Colegios y Academias del Ejército y la Armada

-      El artículo III del Reglamento de la Academia de Ingenieros de Alcalá, creada en 1802, dice que para ser admitido en ella era necesario que los pretendientes fuesen Hijosdalgo notorios o hijos de Teniente Coronel del Ejército u Oficiales de superior graduación.

-      El Reglamento del Colegio de Artillería de Segovia, de 1804, exige la nobleza por ambas líneas, estando exentos de prueba por línea paterna, pero no materna, los hijos de oficiales del Real Cuerpo de Artillería que tengan a lo menos el empleo de Tenientes Coroneles con la graduación de Coroneles.

-      El Reglamento del Real Colegio de Artillería de 1830 se amplían las pruebas de nobleza a los cuatro primeros apellidos del pretendiente.

-      El Reglamento del Real Colegio General Militar de Segovia, aprobado el 20 de diciembre de 1824, dispuso que los Cadetes deberían aportar pruebas de nobleza por ambas líneas, excepto los hijos de militares que tuviesen, al menos, el empleo de capitán efectivo.

-      La Real Compañía de Guardias Marinas, fundada en 1717, exigía, por Instrucción de 15 de abril de 1718, que todo Guardia Marina debía probar su calidad de Hidalgo al uso de España. Esta probanza se amplió por Real Orden de 15 de enero de 1792, a “los quatro troncos, dos paternos y dos maternos”, con las siguientes excepciones:

·          Los hijos de Generales solo necesitaban acreditar el empleo del padre.

·          Los hijos de Brigadier o Coronel o Teniente Coronel vivo, como en el caso de los hijos de Generales para la prueba del padre, pero del tronco materno habían de presentar las pruebas de nobleza.

·          Si tenían un abuelo General, con esto completaban la prueba del padre o de la madre a quien pertenecía.

·          Si eran nietos de Brigadier o Coronel o Teniente Coronel vivo, este completaba la prueba de su tronco respectivo.


En algunos destacados trabajos sobre los actos positivos de nobleza en los Oficiales del Ejército hemos leído que la dispensa de la prueba de nobleza a los hijos de determinados Oficiales del Ejército cuando aquellos querían sentar plaza de Cadetes , se debía a que la propia condición de Oficial del Ejército llevaba la nobleza aneja, transmitiéndosela a su hijo. En ellos se manifiesta que “al reglamentarse la exigencia de pruebas de nobleza para ingresar como Oficial en el Ejército, se establece una equivalencia o analogía entre la prueba de nobleza de sangre propiamente dicha y la simple prueba o constancia documental de haber obtenido el padre del pretendiente el cargo de Capitán o superior a él en el Ejército, lo cual exime al hijo de presentar otras pruebas”. Mi opinión es contraria a esta afirmación, ya que una cosa es que ambas situaciones sean aceptadas para ingresar en el Ejército y otra, muy distinta, que ambas situaciones sean la misma. Es un asunto parecido a asimilar los exentos de pechos, de sorteos para el servicio militar, etc. con hidalgos.

En muchas ocasiones, para probar que una afirmación es errónea lo más sencillo y eficaz es probar la certeza de la afirmación contraria. Así lo podemos hacer en este caso. En determinados cuerpos del Ejército se admitía a hijos de Capitanes, mientras que en otros se exigía ser hijo de Teniente Coronel y en otros ser nietos de Generales; vemos que cada Cuerpo establecía el empleo mínimo en el grado que consideraba adecuado, incluso en algunos casos se exigía que el Oficial estuviese vivo. Si los Capitanes transmitían nobleza debería admitirse a sus hijos en todos los Cuerpos, pues cumplían el requisito de ser nobles. Además, si el Oficial transmitía su nobleza al hijo, éste la transmitiría al suyo y así sucesivamente, luego podría ingresar como Cadete cualquier descendiente por varonía de un Oficial del Ejército de Capitán arriba.

Es evidente que el ingresar como Cadete por ser hijo de Capitán, Teniente Coronel, etc., era un privilegio concedido en consideración a ser hijos de quienes sirvieron en el Ejército alcanzando un determinado empleo, no por gozar de nobleza transmitida por su padre, ya que estos Oficiales únicamente gozaban de nobleza personal, salvo que la tuviesen de sangre por su linaje. Añadiremos que también se reservaban plazas de Cadete para hijos de Magistrados togados, fuese nobles o no. En los sorteos para el servicio de milicias se dice que están exentos los nobles e hijosdalgo y los hijos de Oficiales, pero que si desean seguir la carrera militar pueden alistarse en las clases de cadetes o soldados distinguidos. Vemos que se diferencia claramente al noble o hidalgo del hijo de Oficial (el padre había de ser, al menos capitán). Desde luego existen padrones con Capitanes anotados como pecheros (p. ej. en Cacabelos )

Añadimos a lo anterior que, el Título IV del Libro VI de la Novísima Recopilación, que trata de los Militares, su fuero, privilegios y exenciones, en su Ley II, entre otras, dice: ”todos los Cabos y Oficiales, desde Coronel arriba inclusive, que habiendo servido ocho años en guerra viva, o diez en presidio, se hubieren retirado del servicio con licencia mía, deben gozar por su vida el fuero y preeminencias Militares … no puedan ser apremiados a tener Oficios de Concejo ni de la Cruzada, Mayordomía ni tutela contra su voluntad, ni se les podrán echar huéspedes ni repartimientos de carros, bagages ni bastimentos …”. En ningún caso se otorga hidalguía transmisible, ya que de ser así y por sólo esa calidad ya estarían exentos de las cargas que aquí se relatan y no serían por su vida sino también para sus descendientes por varonía. Incluso parece razonable concluir que, en general,  una vez retirados del servicio, los Oficiales perdía la calidad de nobleza personal.

En la Real Chancillería de Valladolid no hemos encontrado ningún expediente en el que se dé Carta Ejecutoria de Hidalguía a los hijos de Oficiales del Ejército que no la tuviesen por su linaje.

Los hidalgos podían ser Oficiales de Milicias provinciales.

La Real Cédula de febrero de 1704, relativa a las Levas de Milicias,  dice: ”Los coroneles serán escogidos entre los mas calificados, y titulados de cada Partido, los Tenientes Coroneles, Sargentos mayores, Ayudantes, Tenientes, y Alferezes, entre los Cavalleros Hidalgos, o los que vivieren noblemente, aunque sean hijos de Comerciantes; y los Sargentos, entre los que se hallaren mas a proposito … “ y “… Y porque es mi voluntad, que estos Regimientos sirvan de escuela a la Nobleza de mis Reynos, para que exercitandose pueda estar prometa para acudir a la defensa de ellos, y señalarse en las Armas, como sus antepasados, mando que se puedan recibir hasta diez Cadetes Hidalgos, y Cavalleros en cada Compañía; los quales como Cadetes se distinguirán de los otros, assi en el vestuario, como en la paga”

Los hidalgos servían con la calidad de soldados Distinguidos.

El artículo 13º del título XVIII del tratado segundo de las Ordenanzas de Carlos III, de 1768, dice: “Siempre que entre los soldados se hallen algunos que sean Hidalgos notorios, …  que no hayan podido ser incluidos en la clase de Cadetes, permito que sin atender a que pasen por la escala de cabos y sargentos, se me hagan presentes en las propuestas que se hicieran para las banderas y estandartes, colocando separadamente, después de la terna de cadetes o sargentos, sus nombres, servicios y las precisas expresadas circunstancias …  de notoria Hidalguía, …  pues es Mi Real ánimo el que semejantes irremediables accidentes no sirvan de obstáculo a las principales circunstancias de su nacimiento …” y el artículo 14º de las mismas Ordenanzas: “El soldado que por circunstancias de nacimiento merezca el nombre de distinguido lo será con el Don y uso de espada, aunque no tenga asistencias.”. Esta clase de soldados distinguidos se mantuvo hasta el 7 de mayo de 1842 en que, por Real Orden, fueros suprimidos, tanto en las Milicias Provinciales como en los demás Cuerpos del Ejército.

 

VERGARA



Escudo cuartelado: 1º y 4º, equipolado de gules y oro. 2º y 3º, contraverado de plata y sable.

MITJANS



Escudo cuartelado: 1º, partido: a) de gules, un castillo de oro aclarado de azur y saliendo de la torre del homenaje una bandera de plata cargada de una cruz de gukes. B) de plata, una muralla de azur. 2º, de azur, una espada de plata encabada de oro, puesta en banda, acompañada de dos guantes de plata. 3º, de gules, un león de oro, acompañado de tres troncos de oro, bordura de gules con ocho aspas de oro, y 4º, partido: a) de gules, un castillo de oro aclarado de azur. B) de gules, una banda de oro. Sobre el todo, escusón de oro con un árbol de sinople, bordura de azur con ocho flores de lis de plata.

MARTÍN DE MARCO



Escudo partido: 1º, de gules, un cordero pascual de plata surmontado por una flor de lis de oro, todo sobre ondas de azur y plata. 2º, de plata, cuatro cabrios de gules.

ZINGALE


Escudo cuartelado: 1º, de plata una Epsilon de sable. 2º, cuartelado en aspa: 1º y 4º, de oro, cuatro palos de gules. 2º y 3º, de plata, un águila de sable. 3º, de azur, una banda jaquelada en dos ordenes de gules y plata y 4º, de plata, una balanza de sable.

VERDÚ



En campo de oro, un palo de gules cargado con una cruz del Santo Sepulcro perfilada de oro. En la diestra y siniestra una espada alzada de plata.

VERA ORTIZ



Verado en ondas de plata y sable. Bordura de gules con ocho aspas de oro.

VALERO DE BERNABÉ



Mantelado. Campo de oro, tres lises de plata perfiladas de sable. Manteladura  diestra de gules, castillo de dos torres, de oro, aclarado de gules y mazonado de  sable, cuya puerta guarda un guerrero armado de plata, sujetando en su diestra una lanza. Manteladura siniestra de  azur, sobre cartela de oro con el mote, en sable: "POST FLAMMAS ET FIDEM  NOBILITAS", castillo de plata, mazonado de sable y ardiente en gules, de cuyo  muro sale un guerrero armado de oro, empuñando una espada de plata en  la diestra y dos llaves de plata en la siniestra. Bordura general de plata con la divisa en sable:"VALER O MORIR" y en punta un Tau de oro, perfilado de sable.

OBLIGACIONES Y PRIVILEGIOS DE LOS NOBLES E HIJOSDALGO.


El Estado Noble gozaba, hasta la denominada confusión de estados, hecho originado por distintas disposiciones a los largo de los años 30 y 40 del siglo XIX, de una serie de privilegios y exenciones que tenían como justificación las obligaciones que dicho Estado soportaba. Unas tenían un carácter eminentemente económico como compensación a los gastos en que incurrían cuando debían acudir a la guerra “a su costa, con armas y caballo” o al dedicarse al desempeño de los cargos a los que estaban obligados, especialmente del Concejo. Otros privilegios eran por cuestión de “honor”, como consideración a la calidad de Noble.

La denominada “Confusión de Estados”, no es un hecho a una disposición legal concreta, sino un conjunto de leyes y decretos que van modificando, hasta anularlo, el estatus de privilegio de la nobleza frente al llamado estado llano. Entre esas  disposiciones se encuentran las siguientes:

    Ley desvinculadota de 11 de octubre de 1820: “Los Títulos y prerrogativas de honor … que los poseedores actuales de vinculaciones disfrutan    subsistirán en el mismo pie …”

    Real Cédula de 2 de febrero de 1834: La Reina Gobernadora, por Isabel II, firmó una Real Cédula suprimiendo las Chancillerías, creando las Audiencias Territoriales.

    Todas las Audiencias entenderían todos los asuntos civiles y criminales, incluidos los pleitos de Hidalguía. Los recursos de Ley se sustanciarían ante los Tribunales Supremos de Corte.

    La Reina Gobernadora dispuso, el 26 de mayo de 1835, que los juicios de Hidalguía fuesen conocidos por las Audiencias como casos de Corte.

    La supresión de los casos de Corte, por el Reglamento Provisional de Administración de Justicia de 26 de septiembre de 1835, dejó sin regular los pleitos de Hidalguía, pero sin que tal calidad de nobleza fuese suprimida legalmente.

    El 21 y 28 de septiembre de 1836 se suprimen las pruebas de Nobleza para el ingreso en la Marina y en el Ejército.

    El año 1845 se suprime la exigencia de pruebas de Nobleza para el ingreso en la Orden de Carlos III.

Como una de las primeras y más significativas referencias históricas, traemos el código que se conoció como Fuero de los Hijosdalgo o, de forma más general, Fuero Viejo de Castilla.

En el Fuero Viejo de Castilla existen una gran cantidad de apartados que se refieren a los hijosdalgo y sus derechos. En el año 1356, el rey don Pedro de Castilla reformó y publicó dicho Fuero, que recoge gran parte de lo contenido en el Ordenamiento de Leyes que don Alfonso XI hizo en las Cortes de Alcalá el año de 1348, conocido como Ordenamiento de Alcalá. En el Título 32 de dicho Ordenamiento se insertó entero el Ordenamiento que el Emperador don Alfonso hizo en las Cortes de Nájera en la era de 1176, que se puede llamar “Depósito del Derecho Público de aquellos tiempos, que aseguró la paz y la tranquilidad del Reyno y estableció las exenciones, privilegios, franquezas, cargas, y obligaciones de la Nobleza, arregló los derechos recíprocos del Soberano, de los Hijosdalgo y de los vasallos en las distintas especies de Señorío que entonces se conocían en Castilla”, según leemos en el Discurso Preliminar de la edición hecha en 1774.

El prólogo del Fuero Viejo de Castilla, dictado por el rey Pedro I, nos dice como en el año 1212 los concejos y los fijosdalgo y ricos-homes de Castilla pidieron al rey don Alfonso VIII que les confirmase sus cartas y privilegios. El Rey accedió con los Comunes, pero a los fijosdalgo les mandó formar una colección de sus fueros y privilegios para que él la viese, corrigiese y confirmase. Una vez hecha la colección, el Rey, por sus muchas priesas y quehaceres o quizá porque no creyó conveniente sancionar las leyes anárquicas que le presentaron, no confirmó aquella colección e fincó el pleito en este estado.  Más tarde, el rey don Alfonso X el Sabio queriendo unificar las leyes de Castilla, publicó el Fuero Real, y lo dio a Burgos y a otros muchos pueblos como fuero municipal. Los rico-homes y fijosdalgo protestaron de verse privados de sus antiguas leyes y privilegios teniendo el Rey que ceder, devolviéndoles su Fuero Viejo o antiguo y derogando, a lo menos para ellos, el nuevo o Real, como hoy le llamamos. Por último el rey don Pedro ordenó, reformó, aumentó y dispuso en la forma que hoy tiene el Fuero de los Fijosdalgo o Fuero Viejo de Castilla. De esta manera, el Fuero Viejo de Castilla constituye el código de la Nobleza española de la Edad Media.

Lo esencial de este Fuero de los Fijosdalgo, en relación con la nobleza, ya que contiene disposiciones de carácter general, lo podemos sintetizar en lo siguiente:

·          Su objeto es consignar en sus leyes la constitución de aquella orgullosa y poderosa nobleza a quien, dentro de sus revueltas y sus pretensiones, tanto ha debido la  Monarquía y la “recuperación de la España perdida”, especialmente en los siglos de la Reconquista.

·          El Rey era la fuente de todo señorío y sin su confirmación ningún derecho se consideraba legítimo.

·          Los derechos y privilegios de la nobleza, el régimen de los señoríos,  los servicios que tenían que prestar al Rey, etc., todo necesitaba una legislación específica que lo regulase y que los nobles reclamaron.

·          Las relaciones de los nobles, rico-homes y fijosdalgo, se agrupan en cuatro clases: sus relaciones con el monarca o señor principal, sus relaciones con sus iguales, sus relaciones con los Concejos y sus relaciones con sus inferiores, ya fuese como  solariegos o vasallos o como dependientes asoldados.

·          Los rico-homes y fidalgos podían renunciar al vasallaje, desnaturarse y tomar otro señor.

·          La situación de  frecuente uso de la fuerza de las armas entre los fijosdalgo para resolver sus intereses, vengar injurias, etc. necesitó establecer unos códigos de conducta que mitigasen los efectos de dicha situación. Tales son las normas sobre los plazos a guardar entre el desafío y la lucha, bajo la garantía del honor, sentimiento extraordinariamente fuerte ya en esa época y que se mantuvo durante siglos.

·          La nobleza o hidalguía era una calidad perpetua, que sólo podía quedar suspendida en casos excepcionales y durante el tiempo que su poseedor desease. En el caso de las mujeres mientras mantuviese un matrimonio desigual con hombre pechero.

·          Regula de forma detallada los asuntos y relaciones de compras, ventas, prendas, deudas, fianzas, ganancias, arras, etc.

·          Establece la transmisión de la hidalguía a los hijos de barragana.

·          Presenta una extrema dureza de las condiciones de los solariegos, especialmente los adscripticios adictos o apegados al terruño, si bien este Fuero Viejo comienza a suavizarlas.


A modo de ejemplos significativos del código de la nobleza, sin duda extraños a los valores actuales de justicia, pero entendibles en una sociedad como la que los vio, transcribimos algunas de las disposiciones del Fuero Viejo de Castilla:

DE LA ENTREGA DEL CASTILLO DEL REY

-      Ningun hidalgo tome conducho en lo realengo y abadengo: …  y por cada solar, en que lo tome, pague 300 sueldos, siendo de labrador, y 500 si fuere de hijodalgo,…

-      Si algun Rico-ome, ú otro hidalgo se fuese voluntariamente de la tierrra, sin echarlo el Rey, no podrá por sí ni por otro Señor hacer en ella guerra ni daño al Rey ni á sus vasallos; y si lo hiciere, pueda éste tomarle quanto le halle en su tierra, derribar casas, destruir viñas y arboles, y echar de ella á su muger é hijos, dandoles plazo para que salgan.

DE LA AMISTAD y DESAFIOS DE lOS HIJOSDAlGO: SUS TREGUAS. MUERTES, HERIDAS, Y DESHONRAS.

-      Ningun hidalgo hiera, mate, corra, deshonre, ni fuerce á otro, sin desafiarse, y tornarse la amistad puesta entre ellos. Desde que se desafien hasta 9 dias estén seguros el uno del otro: y el que antes de este término hiera ó mate al otro, sea por ello alevoso y acusado ante el Rey.

-      El hidalgo querelloso de otro, antes de hacerle mal alguno, debe tornarle la amistad: admitida por éste, no pueden hacerse mal hasta nueve dias; y pasados, le puede desafiar y deshonrar, y despues de otros tres matarle…

-      Quando algun hidalgo tuviere riña con otro, y se aparte de ella, si el uno quiera hacer daño al otro, debe antes desafiarlo, despues de 3 dias puede deshonrarlo, hasta los 9 robarle lo que encuentre suyo, y pasados, matarle sin mas espera. El desafio de un hidalgo á otro debe hacerse por medio de quien lo sea ...

-      …. si deshonre un hidalgo á otro, puede éste, ó recibir la emienda de 500 sueldos, ó desafiarle y matarlo; y lo mismo hará el otro, si quisiere, y no diere los 500 sueldos, tornandole la amistad…

-      Si un hidalgo caballero hiriese á otro, y éste quiera recibir emienda de pecho, debe aquel pagarle 500 sueldos, y con ellos quedar perdonado ...

-      Sean pecheros los bienes de la dueña hijodalgo que case con labrador: y por muerte de éste queden exentos; para lo qual debe aquella tomar una albarda á cuestas, ir sobre la sepultura de su marido, y decir tres veces, dando con el canto de ella: villano, toma tu villania, da a mi mia fidalguía.

DE LOS DAÑOS HECHOS EN CASTILLA

-      El que por culpa mate o dañe a perro, ave, u otra cosa viva de algun hidalgo, paguela doble.

DE LAS DEUDAS.

-      A ningun hidalgo se prenda por deuda ni fianza; ni se le prenden los palacios de su morada, caballo, mula, y armas de su cuerpo; pero si los demás bienes donde los tuviere.

DEL MODO DE GANAR O PERDER EL SEÑORIO DE LAS COSAS POR RAZON DE TIEMPO.

-      El hidalgo pueda demandar el heredamiento de abolengo hasta su abuelo, y no en adelante: pero el no hidalgo pueda solo hacer lo hasta 31 años y un dia.

DE LOS HIJOS DE BARRAGANA.

-      Si un hidalgo tuviere hijos de barragana, pueda hacerlos hidalgos, y darles 500 sueldos, y por esto no deben heredarle. Si este hijo de barragana tuviere otro de igual clase, y lo hiciere hidalgo, y diere 500 sueldos, puedelos haber, y perderlos el padre. Si el caballero ó escudero heredase hijo de barragana, y dixere que lo hace hidalgo y hereda, debe heredar quanto heredo el padre y no mas: pero si dixere que lo hereda en quanto tiene, debe heredar lo en todo ello menos en Monasterio ó castillo de peñas; y si muriese algun pariente mañanero (sin sucesion) no debe heredar en todos sus bienes.



Refiriéndonos ahora a las Recopilaciones de las Leyes de España mas recientes y que reflejan los privilegios y obligaciones vigentes en los siglos XVIII y XIX, podemos relacionar, sin carácter exhaustivo, las siguientes normas:

Acudir a la guerra con armas y caballo, a su costa, al ser llamados por el Rey, por cuanto “no relevo a los hijosdalgo de mis Reinos de la obligación de presentarse voluntariamente... en lo cual me daré por bien servido, y lo espero de su honor y obligaciones.” LIBRO VI. TÍTULO VI. Del Servicio Militar. LEY XIV. Don Carlos IV en la Real ordenanza de 27 de octubre de 1800 para el anual reemplazo del Ejército)  

En muchas ocasiones se cree que esta obligación cayó en desuso muchos siglos atrás o que solamente era exigible cuando el Rey en persona acudía a la guerra al frente de los ejércitos. Esto no es en absoluto cierto. Como ejemplo traemos aquí copia literal del llamamiento realizado el año de 1762, en la provincia de Lugo, para la guerra declarada contra Inglaterra, reinando en España Carlos III.

Carta Orden


Aunque ya he pedido a V.S. que sin pérdida alguna de tiempo ni distinción de estados envíe nómina lista de los vecinos que se hallan en esa capital capaces de tomar las armas, considerando no obstante el sentimiento que justamente podría tener el Cuerpo de la Nobleza que forma uno de los principales apoyos de este Reino si con tiempo no se le avisase de estar pronto a ejecutar lo mismo que en defensa de sus propias vidas, bienes y del Estado han practicado con tanto honor y distinción sus antepasados en cuantas ocurrencias se han ofrecido por lo pasado de la naturaleza de la que en el presente se halla la Monarquía; he tenido por preciso prevenir nuevamente a V.S. que sin dilación alguna avise en mi nombre a toda la Nobleza de la Provincia por medio de las Justicias de sus respectivos domicilios para que enterados de la actual guerra declarada entre la España y la Inglaterra se halle cada uno prevenido con armas y caballo el que lo tenga y el que no en la forma que le sea posible para acudir al primer llamamiento mío a los puertos que yo les señalase, encargando V.S.  a las Justicias una relación de los Nobles con expresión de la forma en que cada uno podrá concurrir tal que con la más posible brevedad pasará V.S. a mis manos juntamente con la expresada que le tengo pedido; entretanto de quedar V.S. en esta circunstancia que al recibo de esta espero me de respuesta al correspondiente aviso. Nuestro Señor guarde a V.S. muchos años como deseo.

Coruña primero de marzo de mil setecientos sesenta y dos. B.L.M. de V.S. su más seguro servidor, el marqués de Croix.

Leer las contestaciones dadas por los hidalgos al hacer la relación de nobles, nos permite vislumbrar las condiciones en que vivían y su espíritu de estamento plenamente identificado con su Monarca y su Nación y a su servicio con sus personas y haciendas. En todo caso muy lejos de la idea general que se tiene de un  “noble”, especialmente en lo que se refiere a sus medios económicos.

Como ejemplo reseñamos algunas de las contestaciones dadas por los hidalgos llamados a la guerra:

·          Don Juan Pardo Ulloa Ribadeneyra dice que desde luego está pronto a concurrir al primer aviso de su Excelencia con caballo y armas sin que tenga reparo en ello.

·          Don Esteban Varela y Ulloa dice podrá concurrir, o en su nombre su hijo don Melchor, pero por vivir solo de alimentos de un hermano lo podrá hacer concurriendo a pie y con armas.

·          Don Benito Vázquez, pobre labrador dice está pronto a concurrir a pie y con armas.

·          José Pardo y Montenegro dice está pronto pero por sus cortos medios solo podrá ir a pie y con armas.

·          Don José de Prado no puede concurrir porque aunque no es de demasiada edad es casi ciego y está enfermo la mayor parte del año.

·          Don Ignacio de Prado no puede concurrir por hallarse pobre de solemnidad y de superior edad, que a no ser esto lo hiciera sin repugnancia alguna, como en los años pasados lo ha hecho.

·          Don Pedro Quiroga, mayor de sesenta años, irá a pie.

·          Don Francisco García de Aguiar mayor de los cincuenta y siete años quebrantado de una ingle, pobre pero sin embargo con los cortos medios que tiene remitirá a su hijo don Antonio de Aguiar, casado en su compañía, sin armas ni caballo por no tenerlos.

·          Don Agustín Somoza y Quiroga de edad de sesenta y dos años que puede concurrir con armas y a caballo.

·          Don Juan de Parga, su edad de diez y siete años, solo puede concurrir con su persona.

·          Don Pedro Losada y Ribadeneyra dueño del coto de San Saturnino de Froian, mayor de los sesenta años, con caballo y armas.

·          José Méndez de Ulloa (6º abuelo del que escribe), falleció en esa guerra a la edad de 29 años.

Con estos hidalgos se formaron las Compañías de Nobles, de a caballo y de a pie. Las compañías de a pie estaban formadas por 51 hidalgos, con un jefe nombrado de entre ellos; las de a caballo las constituían 42 hidalgos, también con un jefe elegido entre ellos. Estas compañías, a su vez, se agrupaban en Tercios de Nobles.

Asistir a los Reyes en paz y en guerra como contrapartida a los privilegios de que disfrutaban, ejerciendo cargos honoríficos, tal y como dicta la LEY IX. LIBRO VI. TÍTULO II al tratar de los Nobles e Hijosdalgo y de sus privilegios, dada por don Fernando y Doña Isabel en Toledo año 1480, al declarar “… porque deben ser favorecidos los Hijosdalgo por lo Reyes, pues con ellos hacen sus conquistas, y de ellos se sirven en tiempo de paz y de guerra, y por esta consideración les fueron dados privilegios y libertades …..”

En los lugares donde hay carta ejecutoria para que se den la mitad de los oficios del Concejo a los hijosdalgo, estos podrán ser reelegidos, pasado el año, si no hay un número de hidalgos suficientes, según el LIBRO VII.TÍTULO IV. De los Privilegios y Costumbres de los Pueblos. Ley IX, dad por don Felipe II en Madrid a 12 de marzo de 1593: “La provision ordinaria, que se da para que los Alcaldes ordinarios no puedan ser reelegidos a los oficios mismos hasta pasados tres años, y a otros oficios que tengan voto en el Concejo hasta pasados dos … , no habiendo numero suficiente de hijosdalgo, puedan ser reelegidos a los mismos oficios los Oficiales del Concejo hijosdalgo pasado un año… ”

Los privilegios de Hidalguía exigen prestar servicios sobresalientes al Estado, recogido en el LIBRO VI. TÍTULO II que trata de los Nobles e Hijosdalgo; y de sus privilegios. Ley XIX, dada por don Carlos III por Real dec. de 16 de Oct. de 1760: “ … mando, que en adelante no se me consulte … sobre los privilegios de hidalguía, sino en casos de que, en los que solicitaren estas mercedes, concurran circunstancias y servicios tan sobresalientes y justificativos que se hagan dignos de ellas.” Y en la Ley XX de don Carlos III de 10 de octubre de 1785: “En lo sucesivo no se me consultarán las gracias sobre privilegios de hidalguía, sino concurren méritos personales, en los que las pretenden, hechos en mi servicio o en beneficio del Público, y capaces de compensar el perjuicio que cause al estado llano la exención del nuevo Hidalgo; especificándose en las consultas estos méritos con toda distinción.”

A los Hidalgos no se les podía prendar, es decir embargar por deudas, ni su casa, ni sus caballos o mulas, ni las armas. Todo ello a excepción de las deudas debidas al Rey. Así lo prescribe la NOVÍSIMA RECOPILACIÓN, LIBRO VI, TÍTULO II, Ley I sobre el Privilegio de los Hijosdalgo para no ser prendadas sus casas, caballos, mulas ni armas por deudas, y para no pechar, tomada de las leyes del Ordenamiento de Alcalá: “Han por privilegios y franquezas los nuestros Hijosdalgo, las cuales Nos confirmamos, que por deudas que deban no sean prendadas las casas de su morada, ni los caballos ni las mulas ni las armas de su cuerpo; y tenemos por bien, que le sea guardado, salvo por las deudas a Nos debidas ….” Y, de forma similar en el mismo cuerpo legal, LIBRO XI, TÍTULO XXXI, LEY XIII, dad por don Juan II en Madrid año 1435 y don fernando y doña Isabel en Madrigal año 476 y don Felipe II en las Cortes de Madrid de 1593: “…  los caballos y armas de los caballeros y hidalgos, que no puede ser prendados, secuestrados ni embargados por ninguna ni alguna deuda que sea debida a ninguna ni alguna persona, ni por deuda de Concejo ni de otra persona alguna, salvo que por los nuestros pechos y derechos Reales, que sean debidos a Nos solamente … “

Los Hidalgos no podían ser encarcelados por deudas, salvo si arrendasen pechos o derechos Reales. Sin embargo, en el caso de tratarse de un deudor alzado, no podía alegar el privilegio de su hidalguía para excusarse de la pena de su delito. Así lo leemos en el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley II, dada por don Alonso en Alcalá año 1348; y Don Carlos I en Valladolid año 1545: “Ordenamos, que ningún Hijodalgo pueda ser preso ni encarcelado por deuda que deba, salvo si fuese arrendador o cogedor de nuestros pechos y derechos, porque en tal caso el mismo quebranta su libertad …” y en el  LIBRO XI, TÍTULO XXXII, Ley IV de don Carlos y doña Juana en Segovia año 1532: “Mandamos, quede aquí adelante ningún mercader, que se alzare, no pueda gozar ni goce del privilegio de la hidalguía para excusarse de la pena del dicho delito, ni para otro caso ni cosa alguna … ”  y en el LIBRO VI. TÍTULO II, Ley XIII, de don Felipe II en las Cortes de Madrid de 1523: “Por cuanto por los Procuradores de Cortes nos fue pedido, que a los Hijosdalgo les sean guardados sus privilegios y libertades, particularmente para que por deudas que deban no sean prendadas las casas de su morada, ni los caballos ni las mulas ni las armas de su cuerpo ….”

El privilegio de no ser presos por deudas no se podía aplicar en el caso de que las deudas tuviesen origen en un delito. El privilegio de no ser preso por deudas quedaba limitado por lo dispuesto en el LIBRO VI. TÍTULO II, Ley X, que se corresponde con la Ley 79 de Toro: “… que las leyes de estos nuestros Reinos, que disponen que los Hijosdalgo … no puedan ser presos, que no hayan lugar ni se practiquen, si la tal deuda es descendiente de delito … ”

Los Nobles estaban exentos de gran parte del pago de pechos y servicios. Posiblemente este sea el privilegio más conocido de los hidalgos. Está recogido en el LIBRO VI. TÍTULO II, en su Ley III, dada por don Juan I en León el 7 de noviembre de 1389: “Por cuanto siempre nuestra voluntad fue y es de hacer merced a los Hijosdalgo de nuestros Reinos, y de les guardar sus franqueza y libertades, y les mantener sus fueros y buenos usos y costumbres que siempre hubieron, … nuestra merced y voluntad es, que todos los Hijosdalgo, que son Hijosdalgo de padre y abuelo … , y de veinte años acá nunca pecharon … por ser ellos y cada uno dellos Hijosdalgos … que no paguen ni pechen ellos ahora ni de aquí adelante; y que les sean mantenidas y guardadas las franqueza y libertades que siempre hubieron los hombres Hijosdalgo …, , salvo en el servicio de las doblas, y en las otras cosas que pagan hombres Hijosdalgo … ”

Los hidalgos que adquirían bienes de pecheros, los adquirían libres de cargas de pechos. Así lo concede la LEY III, del LIBRO VI, TÍTULO XVIII, dada por don Juan en Zamora el año 1432:“Ordenamos y mandamos, que quando quier que algunos hidalgos o exentos compraren algunos bienes de pecheros, que los tales bienes no pasen con su carga de pecho en los tales hidalgos … ”

Cuando el rey hacía donación de alguna villa, lugar o Señorío, había de fijarse en tal merced que a los hidalgos les habrían de ser guardadas todas sus libertades, franquezas y exenciones. En el LIBRO VI, TÍTULO II, en la Ley IV, otorgada por don Juan II en Madrid, el año 1435, y en Madrigal el año 436: “… queriendo guardar la franqueza que a los Hijosdalgo de Castilla y de las Españas, por la gran lealtad que Dios en ellos puso … es nuestra merced, que cuando Nos hubiésemos de hacer merced de cualquier villa o lugar, tierras o vasallos … que sea puesto en la carta de la tal merced, que todavía sean guardadas a los dichos Hijosdalgo sus honras y franquezas, y libertades y exenciones … ”

Los Hidalgos no podían ser sometidos a tormento ni ser condenado a la horca ni a otra muerte infamante. En el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley II, de don Alonso en Alcalá, año 1348 y don Carlos I en Valladolid, año 1545:“Ordenamos, que ningún Hijodalgo  … pueda ser puesto a tormento, porque antiguamente les fue así otorgado por fuero.” Y en la Ley IX, dada por don Fernando y doña Isabel en Toledo, año 1480: “… porque deben ser favorecidos los Hijosdalgo por lo Reyes … mandamos, que los Hijosdalgo no sean puestos a cuestión de tormento …” y en la Ley XIV, dada por don Felipe en las Cortes de Madrid de 1598: “… aunque por Derecho Común y leyes de estos Reinos a los Nobles y Hijosdalgo no se les puede dar tormento… , cada Juez lo quebrantara su voluntad; … que esto se guardase inviolablemente, y que a ninguno de ellos se pueda dar tormento por ninguna causa ni delito que sea… “

Los Nobles e Hidalgos habían de tener cárcel separada de la de los pecheros. La norma reguladora de este derecho está recogida en el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley XI, dada por don Carlos I en Toledo el año 1525: “Mandamos a las Justicias de nuestros Reinos, que los Hidalgos y Caballeros que estuvieran presos por algún delito, tengan cárcel apartada de la que tienen los pecheros y la otra gente común … ”

Los hidalgos no podían renunciar a sus privilegios y si lo hacían, además de ser nula tal renuncia, podía recaer un castigo en el Escribano que la anotase. Así lo leemos en el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley XV, dictada por don Felipe III en las cortes de Valladolid de 1601: “ … las cuales preeminencias y libertades de los Hijosdalgo es nuestra voluntad, que no se puedan renunciar ni renuncien; y si lo hicieren, queremos, que las tales renunciaciones no valgan, y sean en sí ningunas; y que el Escribano que las pusiese en semejantes obligaciones y escrituras, incurra en pena de diez mil maravedís.”

Existen algunas disposiciones que se referían exclusivamente a los hidalgos de determinadas zonas de España. Tales son los casos de:

Los vizcaínos habían de ser castigados sin penas afrentosas, como hidalgos que eran según lo dispuesto en los Fueros del Señorío de Vizcaya. Lo vemos en el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley XVI, dada por don Fernando VI el 12 de septiembre de 1754: “Respecto a que los originarios del Señorío de Vizcaya son Nobles por Fuero aprobados por mí y por mis gloriosos progenitores …  he venido en mandar, que los castigos que se impongan a los vizcaínos sean correspondientes a los que se imponen a los Hijosdalgo, siendo conforme a las leyes de Castilla y práctica de sus Tribunales que se les exima y liberte de las penas afrentosas que no padecen los Hijosdalgo; …”

Esta norma, además, supone una confirmación de la hidalguía universal de los vizcainos.

Los hidalgos del Principado de Asturias no estaban obligados a litigar su hidalguía cuando cambiaban de vecindad. En el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley XVII, dada por don Fernando VI el 8 de enero de 1756: “…  cuando algún Hijodalgo o Hijadalgo del Principado de Asturias pasaren dentro de él su residencia de concejo a Concejo, coto o jurisdicción, no están obligados a acudir a la Sala de Alcaldes de Hijosdalgo de la Chancillería de Valladolid; y bastará, que hagan constar por el padrón el nuevo domicilio a que se transfieran con citación del estado llano, el que gozaban en el lugar de su origen, y el que gozaron su padre y abuelo, para que en el nuevo vecindario se les guarde este mismo estado ….”

Los hidalgos estaban autorizados al porte y uso de armas. Tal se concluye de os dispuesto en el LIBRO VI, TÍTULO II, Ley XVIII de don Carlos III en 23 de septiembre de 1760: “… Movido … de las demostraciones de verdadera alegría con que me recibieron aquellos naturales a mi desembarco en Barcelona y tránsito por el Principado, de los humildes ruegos que sus Nobles en general me han hecho, para que les restituya el porte y uso de las armas, … he venido en condescender con esta súplica, concediendo a toda la Nobleza de este Principado el porte y uso de las armas, en los mismos términos que las traen y usan los Nobles de las restantes provincias de mis dominios.”

Exclusión de los hidalgos del reparto de alojamiento, salvo que se hubiesen ocupado todas las casas de pecheros. En el LIBRO VI, TÍTULO XIX, LEY X. Don Felipe V en Madrid a 21 de enero de 1708 estableció que: “Siendo repetidas las quejas que llegan a mis oidos de los que se contraviene a las ordenes en elpunto de alojamiento … introduciendiendose los Comisarios y oficiales a repartirse y ocupar las casas de los Eclesiásticos y otros exentos, con gran detrimento de la inmunidad eclesiástica, y preeminencias concedidas a los hijosdalgo … ; he resuelto, se observe inviolablemente lo que esta prevenido y mandado, de que los alojamientos se hagan en casa de los pecheros, y ocupadas estas, si no bastaren, se reparta en las de los hijosdalgo…”

Exención de los hidalgos del servicio de Milicias. Dispuesta esta exención en el LIBRO VI, TÍTULO VI, LEY VII, promulgada por orden de don Carlos III en Aranjuez por Real declaración de Milicias de mayo de 1767: “Serán exentos todos los nobles e hijosdalgo, justificando su hidalguía con papeles, o que consten por notoriedad los goces de tales …”

Exención de los hidalgos del sorteo para el reemplazo del ejército. Vemos en el LIBRO VI, TÍTULO VI, que trata del Servicio Militar, en su LEY XIV, dada por don Carlos IV en la ordenanza de 27 de octubre de 1800 para el anual reemplazo del Ejército: “Los hidalgos que … estén en los pueblos de su naturaleza en goce y posesión de su hidalguía …; sin que ni las Justicias ni las Juntas puedan mezclarse en cuestiones de nobleza, por estar reservado en las leyes su conocimiento a otros Tribunales …” y “Pero no relevo a los hijosdalgo de mis Reinos de la obligación de presentarse voluntariamente, cuando la necesidad del Estado lo requiera, y tenga yo por conveniente hacer de ellos llamamiento …  en lo cual me daré por bien servido, y lo espero de su honor y obligaciones.”

Prohibición a los hijosdalgo de herir, prender o matar a los labradores, vasallos y familiares de sus contrarios. Esta ley trae a la memoria el Fuero Viejo de Castilla, y la recoge la NOVÍSIMA RECOPILACIÓN, LIBRO XII, TÍTULO XV, en su LEY III dada por don Juan I en Guadalajara el año 1390 Ley III: “Ordenamos y mandamos, que ningún Perlado, Caballero, o hijodalgo … no sean osados de herir, prender o matar los obreros, labradores o vasallos, familiares, o otras cualquier personas de otros Señores sus contrarios …  ni les quemen las casas, ni les hagan daño en las otras heredades; y el que lo contrario hiciere… que si matare, que lo maten por ello … Y si le quemare casas o mieses a sabiendas, o talare viñas, que muera por ello, y padezca la muerte que debe padecer aquel que mata a otro sin razón y sin derecho … : empero si lo hiriere, o prendiere y sin lesión de miembro alguno … pague tres mil maravedis  … ”

Los Nobles aprehendidos por vagos deberán ser destinados al servicio de las armas con la calidad de soldados distinguidos. En esta ley, a pesar de quitar a los hidalgos la exención sel servicio militar obligatorio, les mantiene el privilegio de hacerlo como soldados distinguidos. Así lo dice la NOVÍSIMA RECOPILACIÓN, LIBRO XII, TÍTULO XXI, Ley XI, de don Carlos III de 24 de abril de 1781: “.. me he servido declarar por regla general, que todos los nobles, que sean aprehendidos por vagos y mal entretenidos, se destinen al servicio de las armas en calidad de soldados distinguidos .. ”