ALGUNAS PAUTAS HERÁLDICAS

Hoy he recibido un obsequio fruto de la amabilidad y, desde hace muchos años, de la gran amistad que nos une, además de un múltiple parentesco y lugar de origen en las tierras lucenses. Me refiero al prestigioso heraldísta e investigador de nuestra Edad Media, especialmente la gallega, don Eduardo Pardo de Guevara y Valdés, director del Instituto de Investigación Padre Sarmiento (CSIC-Xunta de Galicia), de Santiago de Compostela.


El obsequio en cuestión son los dos tomos de la obra EMBLEMAS MUNICIPALES DE GALICIA que corresponden a los expedientes de escudos y banderas aprobados entre los años 1994 y 2003, diseñados todos ellos por el profesor Pardo de Guevara.


Al comienzo del libro dedica unas páginas a los CRITERIOS HERÁLDICOS Y RECOMENDACIONES GENERALES que, aunque referidos en este caso a escudos municipales, son en su casi totalidad aplicables a todos los escudos de armas.


Por la importancia que tienen estos criterios y recomendaciones, importancia que es resaltada precisamente por su sencillez, me parece oportuno reseñarlos aquí, de forma breve pero clara.


Lo primero que se ha de tener presente en el diseño o estilo heráldico es el mayor respeto a los principios de simplicidad, claridad y equilibrio.


Dice el autor, refiriéndose a los escudos municipales que estos no pueden ser, en modo alguno, una especie de vitrina en la que es posible introducir, combinar o almacenar todo tipo de objetos arqueológicos, acontecimientos históricos, peculiaridades geográficas y otros muchos aspectos del municipio en cuestión. Sin duda esto también ocurre y lo vemos muchas veces en los escudos gentilicios. Son lo de aquellos que pretenden agrupar en el mimo escudo, con un sinfin de particiones, toda la historia heráldica de los ascendientes del que ahora dibuja su escudo.


A menudo se acostumbra a confundir lo que es un emblema heráldico con lo que es un logotipo. Así, los actuales creadores de armerías o los ususarios de ellas tienden a detallar los elementos del escudo hasta extremos realmente insospechados, ignorando la diferencia que existe entre el propio embleza heráldico y su representación formal, adaptable esta última a la personalidad o gustos del artista heráldico y a las modas o criterios artísticos vigentes en cada época y lugar.




ORGANIZACIÓN O DISPOSICIÓN


La claridad y la sencillez, el equilibrio y la simetría son algunos de los rasgos más definitorios de las composiciones heráldicas.


Deberá evitarse, en la medida de lo posible, la división o partición del campo en cuarteles. Solamente en casos justificados, como puede ser la unión lógica y razonada, que no la ostentación heráldica,  de varias armerías, se puede partir el campo del escudo de la forma más adecuada para cada caso.


La elección de los colores (esmaltes y metales) ha de ser entre los aceptados en las armerías españolas; gules, azur, sinople, púrpura, sable, oro, plata y, de forma restringida, el llamado natural. Dentro de esta elección, un escudo no deberá de llevar, de forma general, más de tres colores, procurando combinarlos, de forma general pero no como norma rígida, con las pautas tradicionales; sinople y oro, azur y plata.


En general, no se incorporará al campo del escudo ningún lema o inscripción. Si este elemento se considera necesario, deberá colocarse en una bordura.



PIEZAS Y FIGURAS

La sencillez y la elegancia, o lo esquemático y la estilización, son características necesarias en las figuras heráldicas. Por esto, deberá prescindirse de aquellos elementos de la figura que no son necesarios para su identificación, exagerando, por el contrario, los que la definen (cabeza y garras del león, hojas y frutos del árbol, pico y garras del águila, etc.)

Las figuras deben mirar a la derecha del escudo. Cuando no sea así, por razones de simetría o equilibrio, deberá indicarse en el blasonamiento esta alteración.

Las piezas se colocarán en el lugar que les corresponde, respetando el tamaño acostumbrado o adecuado, teniendo además presente que los sementados en fajas, bandas, barras, etc. deberán seguir siempre el sentido de las piezas.

Los trazados de las figuras deberán respetar siempre la tendencia a la plenitud y con ello la adaptación al espacio disponible en el campo del escudo.


BLASONAMIENTO

Las armerías deben ser blasonadas, es decir descritas, utilizando los términos y giros precisos del vocabulario heráldico, evitando incurrir tanto en la vaguedad como en la excesiva precisión en detalles innecesarios.



Todas estas pautas heráldicas son extremadamente sencillas y, sin embargo, una y otra vez las vemos incumplidas en numerosas representaciones de escudos de armas.

A lo largo de estas notas incluyo algunos de los diseños heráldicos de Municipios de Galicia que son magníficos y hermosos ejemplo de lo dicho hasta aquí.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, todo muy acertado y ojalá se siguieran estas pautas más a menudo.

    Solo un pequeño punto de discordia, y es lo comentado sobre el combinar oro con sinople y azur con plata, ya que no veo razón para no poder combinar cualquiera composición entre color y metal.

    Saludos cordiales,

    ResponderEliminar